Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 24 de agosto de 2007

Entrevista a MANUEL GONZÁLEZ ESPASANDE. (Psicólogo clínico, pregonero de la XIX Semana cultural de San Tirso de Abres).

«Debemos perseguir la soledad, ya que ésta es la mejor de las compañías»

«Hay que saber aceptar el papel que te corresponda en la sociedad, sea masculino, femenino o metrosexual»

Manuel González Espasande, en su San Tirso natal.


San Tirso de Abres,

Héctor ACEBO BELLO

El psicólogo santirseño afincado en León Manuel González Espasande (1956) ha sido el pregonero de la XIX Semana cultural de su pueblo natal. Rebelde, excéntrico, culto, sarcástico... Manolo -como gusta que le llamen- se define como «loco, niño y borracho» en honor de William Blake. Y quizá por eso nunca tiene miedo a decir la verdad. En el pregón recordó aquellos versos de Rosalía: «Adiós ríos, adiós fontes...» con los que se sienten identificados todos aquellos que, por motivos de trabajo o estudio, han tenido que emigrar.

-¿Cómo se siente después de haber sido el pregonero de su pueblo natal?
-Muy agradecido por haber asistido a este honor que me han proporcionado ustedes. Y, desde luego, después de haber estado aquí me cuesta mucho desplazarme del pueblo por la nostalgia que me invade al haber vivido y sentido esta maravilla que hacía tiempo no veía...

-Habla del «Povo que lavas no rio», el fado de Amália Rodrigues que se escuchaba estos días en la radio local, ¿no?
-Máis ou menos.

-En una sociedad globalizadora como la nuestra, ¿cree que es conveniente reivindicar el núcleo rural?
-No pienso tanto en esto. Los núcleos rurales no están tan globalizados ni se precisa que sea así.

-Claro, se ve más como una vía de escape...
-Sí, de turismo, de cosas más o menos esporádicas, de visita... De todas maneras, es importante que las administraciones o los responsables intervengan para que los núcleos rurales tengan población y eficacia económica.

-Lo que usted sostiene es que en el pueblo perviven los valores puros, mientras que en la ciudad se condensan todas las ideas con las que nos bombardea el poder, ¿no?
-Sí, la cuestión es el poder económico que está en todas partes. Incluso, en este pueblo. Y la economía es la base de todo. Es la primera energía que se necesita en toda actividad. A partir de ahí, desarrollas lo que tú puedes con tus propiedades y cualidades... Luego, arréglatelas como puedas...

-¿Cree que hay menos riesgos en las zonas rurales de perder la salud mental?
-(Se queda pensando). No, no es así...

-¿Se trata de un tópico?
-La salud mental es la salud mental. Y se dispone tanto en un medio rural como en un medio urbano. Y lo principal es conservarla...

-Pero quizás influye el estrés con el que se vive en la urbe, ¿no?
-Pero el concepto de estrés no es un concepto de vertiginosidad, se trata de que uno quiere sobrevivir o no... Entonces ese vértigo personal se constituye tanto en un medio rural como en la gran ciudad...

-¿Recuerda el «Vértigo» de James Stewart?
-¡Ja, ja, ja! La vida es el vértigo. Y el vértigo es la vida. Pero hay que llevarlo con ritmo y con cuidado...


Manuel González Espasande.

-¿Influye el contexto?

-No, no se trata del contexto...

-¿La familia?
-Bueno, el ambiente familiar casi siempre constituye algún tipo de problema. El sistema familiar clásico de la cultura occidental constituye un vértigo por sí mismo. Por la fórmula tradicional de la familia. Y si no se lleva bien, si no hay orden y concierto, las cosas pueden ir muy mal... Esa fórmula familiar es el origen de muchos problemas. Entonces, la cuestión es que la gente busque su medio de libertad como sea. Y que la utilice adecuadamente. En la libertad de él y de los otros.

-Cambiando de tercio, usted manifestaba hace unos años en una entrevista que no existe la comunicación, ya que, a pesar de que todos tenemos móviles, ordenadores y demás aparatos que incitan a la comunicación, nos encontramos a un amigo por la calle y no lo saludamos... ¡Qué paradoja!
-La función consiste en que alguien se comunique, sobre todo, personal y físicamente. Pero, además, las nuevas tecnologías no ayudan a ello, sino que diluyen la comunicación. Todos los poderes económicos están involucrados en que la gente no esté comunicada.

-Todos esos inventos no son más que una excusa para mantenernos controlados, ¿no?
-Pues sí. Realmente ésa es la intención de los poderes fácticos.

-Ha dicho que es bastante duro el papel que tienen que representar los individuos, sobre todo los hombres, en la sociedad...
-En cualquier sociedad hablamos del modelo de hombre agresivo o sostenido sobre su papel masculino. Pero hay que saber aceptar el papel que te corresponda. Sea masculino, femenino o metrosexual...

-Usted, amante del cine de Peckinpah, recordará ese proyecto de hombre alternativo que, como no comulga con las ideas imperantes, intentan exterminarlo...
-Sí, por supuesto. Te exterminan. En primer lugar, te deterioran psicológicamente, porque la crítica social está fabricada para eso. Lo que tienes que ser es austero en tu propio comportamiento solitario. Hay que tener valentía para perseguir y mantener la soledad.

-O sea, que en la soledad encontramos nuestro «yo»...
-Exactamente. La soledad es fundamental. Debemos perseguirla. Y es la mejor compañía. Es levantarse y soñar. Soñar también es fundamental. Cuando sueñas, descubres tu propio universo.

-¿Cree, como Freud, que la soledad es un ejercicio de autocontemplación?
-Freud era un buen filósofo y un gran literato, pero como terapeuta y como interpretador de la condición humana a nivel psicoterapéutico, yo discrepo absolutamente de su procedimiento.

-¿Usted va por otra rama?
-Yo no voy por otra rama. Voy por las ramas que la vida me ha conseguido a nivel profesional y vocacional como psicólogo desde mi primera instancia.

-¿Son los niños los únicos locos permitidos?
-Mira, te voy a contar una cosa, un fenómeno que me llama mucho la atención con respecto a mí... Los bebés que andan en los carritos se quedan mirando, y yo no sé qué es lo que ven en mí, pero empiezan a escojonarse de risa... Debe de ser que me ven un aura rara, ¡ja, ja, ja!...

-Decía Blake que los niños, los locos y los borrachos siempre dicen la verdad...
-Pues yo soy un niño, un loco y un borracho, ¡ja, ja, ja! William Blake era un visionario absoluto, un loco total. Los locos totales son los únicos que conocen o han conocido algo. Y, por eso, estamos todos locos. Aunque hay locos más excelsos que otros... Porque hay locos que no merecen la pena, ¡ja, ja! Pero hay otros locos que tienen su interés...

-¿Cree que existe la locura o es otro invento de la sociedad?
-La locura es una necesidad del ser humano, sin duda alguna.

-Ya para terminar, le pido una propuesta para los hombres civilizados...
-No, no, ¿qué civilizados...? ¡Aquí civilizado ya no hay nadie! Una propuesta para los hombres y para las mujeres: pórtense bien con ustedes mismos, lo primero. Y con quien tengan al lado, mejor. Ayuden al prójimo como a sí mismo. Y no tengo nada más que decir... ¡Y con eso vamos que chutamos! (Risas).

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Texto e imágenes: HÉCTOR ACEBO BELLO (La Nueva España - 24/08/2007)

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