San Tirso de Abres celebró la semana pasada la recuperación de una tradición ancestral, la separación del grano de la paja en la cosecha de trigo
Vecinos de San Tirso, en plena faena de la malla.
San Tirso de Abres,
Héctor ACEBO BELLO
San Tirso de Abres recuperó la pasada semana con la V Festa da malla gran parte de la tradición del noroeste peninsular. El acto, que se enmarca dentro de la XIX Semana cultural que lleva a cabo la Asociación «San Tirso del Eo», tiene como fin preservar la cultura tradicional porque «no queremos que nuestro pueblo se quede sin sus raíces, pues para entender el presente debemos conocer el pasado», según manifestó Ángel Prieto, presidente del colectivo.
La V Festa da malla do trigo, tradición típica que reunía a todo el pueblo en torno al «aira» (espacio de tierra firme próximo a la casa) para separar el grano de la paja, comenzó a las doce del mediodía en el área recreativa del río Eo con la puesta en marcha de una máquina trilladora Diter de los años cuarenta. Pero el momento clave de la fiesta tuvo lugar gracias a una magnífica representación de la malla con malle por varios vecinos del concejo y de la comarca Oscos-Eo. Esta labor, extinguida en la comarca desde la segunda década del siglo pasado, se lleva a cabo a través del malle, una herramienta formada por dos palos (la «moca» y el «pértago») y que sirve para desgranar el trigo.
Hombres y mujeres, durante la recreación de la malla.
Los aperos
La «moca», que sirve de mango, es el palo más largo, de 1,80 metros, y gira sobre el «pértago», de unos 80 centímetros. con el que se golpea el trigo. Los dos palos están unidos por una «xuncedura» de cuero de jabalí y forman lo que se conoce como malle. «Antiguamente se hacía la malla con malles; después ya vinieron las máquinas trilladoras», cuenta Francisco Bello, un vecino santirseño de 78 años que, a pesar de que no recuerda esta tradición previa a la industrialización, es un entendido en la materia, pues su padre se encargó de transmitirle el proceso con todos sus valores culturales. «Era un trabajo muy duro -añade-, pero la gente acudía para comer gratis un poquito de tocino de cerdo», ya que «eran tiempos de necesidad». Después de haber contemplado el método de mallar más antiguo, los cocineros de la Asociación Cultural «San Tirso del Eo» ofrecieron, por 10 euros, un menú tradicional a base de cocido de cerdo a los amantes del buen comer. «Este trabajo ha dado su fruto», dice Carolina Acebo, una de las cocineras, porque «el plato estaba en su punto: bien cocido y sin pasarse». El éxito, sin duda, ha sido rotundo: se sirvieron alrededor de 400 comidas.
La «moca», que sirve de mango, es el palo más largo, de 1,80 metros, y gira sobre el «pértago», de unos 80 centímetros. con el que se golpea el trigo. Los dos palos están unidos por una «xuncedura» de cuero de jabalí y forman lo que se conoce como malle. «Antiguamente se hacía la malla con malles; después ya vinieron las máquinas trilladoras», cuenta Francisco Bello, un vecino santirseño de 78 años que, a pesar de que no recuerda esta tradición previa a la industrialización, es un entendido en la materia, pues su padre se encargó de transmitirle el proceso con todos sus valores culturales. «Era un trabajo muy duro -añade-, pero la gente acudía para comer gratis un poquito de tocino de cerdo», ya que «eran tiempos de necesidad». Después de haber contemplado el método de mallar más antiguo, los cocineros de la Asociación Cultural «San Tirso del Eo» ofrecieron, por 10 euros, un menú tradicional a base de cocido de cerdo a los amantes del buen comer. «Este trabajo ha dado su fruto», dice Carolina Acebo, una de las cocineras, porque «el plato estaba en su punto: bien cocido y sin pasarse». El éxito, sin duda, ha sido rotundo: se sirvieron alrededor de 400 comidas.
Referente
La Festa da malla de San Tirso, que ya es un referente en la comarca, «es la fiesta de todos, en donde todos participamos, en donde todos disfrutamos y en donde todos nos gloriamos de éxitos tras el duro trabajo», manifestó Ángel Prieto. Al término de la jornada, el presidente de la Asociación Cultural «San Tirso del Eo» agradeció la colaboración «de todos aquellos portadores que han contribuido a la recuperación de la malla».
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Texto e imágenes: H. A. B. (La Nueva España - 25/08/2007)
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