Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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miércoles, 3 de agosto de 2011

Dos poemas para los "críticos cítricos"

El pasado 29 de junio, durante la presentación de mi primer poemario –Camas de hierba– en el concejo asturiano de Vegadeo, dediqué el poema que sigue, "Desafío", a ciertos vecinos gangrenados que hacen bandera de su ruindad, de su doble moral, de su envidia, de su chismorreo, de su espíritu provinciano...

DESAFÍO
(Héctor Acebo)


Se quejan los críticos cítricos
porque abuso del grado superlativo.
Ellos dicen que aquel cuerpo era pequeño,
pues no saben que en la cama crecía.
No, ninguno de ellos sería capaz de llevar,
como mi abuelo, los mismos calzoncillos
de lunes a domingo.
Siempre dicen
que he de buscar, cuando termine la carrera,
una mujer que me cuide y me comprenda:
¡qué atrevimiento! Pero tan sólo
yo sé que en aquel trasero nace el Eo.
Que pasa por A Pontenova, que se detiene
en Santiso y que desemboca
en el Mar de Sus Senos, formando
la ría de Ribadeo.
Se quejan los críticos cítricos
porque abuso del grado superlativo.
Pretenden que regrese a la Edad Media:
¿sería justo decir que aquellos muslos
solamente eran "claros"?
Cuando las lombrices
devoren sus nalgas,
tal vez entienda ese empeño.
Mientras tanto…

¡ay, mientras…

TANTO!



A uno le gusta pensar que este "Desafío" está emparentado con las ráfagas de amor y despecho de José Agustín Goytisolo. En la primavera de 2008, cuando comencé a escribir Camas de hierba, leí (y escuché) no pocas veces el siguiente poema combativo del maestro catalán:

QUÉ LINDA ES PEPA
(J. A. Goytisolo)


Yo deseo morir
en Cuba entre las piernas
de una mulata que
le dicen Pepa

y más nunca a París
quisiera yo volver
por miedo a los cuchillos
de Michelle.

Pero estoy vivo y meo
estrepitosamente
la sucia boca de un
montón de gente

y haré mil cosas feas
cuando ya esté aburrido
de tanto fantasmón
y tanto ruido.

Mas temo no volver
ni a Cuba ni a las piernas
de la mulata
María Josefa

y morir en París
en un cuarto de hotel
y en el pecho un cuchillo
de Michelle.




Rodeado por un ambiente opresivo que reprimía tanto las pasiones como los sentimientos, la poesía fue en la adolescencia mi verdadera tabla de salvación. Mi manera de proponer una obstinada resistencia al discurso único. Al machismo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y qué quieres decir exactamente con la palabra provinciano??
Hortera, quizá???
Con lo rico que es el castellano no te da un poco de pena caer en ese tópico sin sentido??

Héctor Acebo dijo...

Revisa, en el diccionario de la RAE (22.ª edición), la segunda acepción del vocablo “provincianismo”:

“Estrechez de espíritu y apego excesivo a la mentalidad o costumbres particulares de una provincia o sociedad cualquiera, con exclusión de las demás.”

A eso exactamente me refiero con lo de "espíritu provinciano". A juzgar por la definición (tan diáfana) que nos ofrece la RAE, el “tópico”, como tú dices, tiene muchísimo sentido.

Anónimo dijo...

Me parece rebuscado, pero lo respeto.
Y no lo entiendo, porque soy del pueblo llano, un poco sabia pero muy ignorante. Y uno de mis valores es la sencillez. Tu tambien la apreciaras, probablemente, cuando seas menos jóven.
Perdona por la crítica. Aunque creo que todo el que se expone, necesita aceptarlas, sobretodo si son realizadas con educación.

Héctor Acebo dijo...

Bueno, creo que queda claro a lo que me refiero cuando empleo el vocablo "provinciano". No invento ninguna acepción: sólo me apoyo en la Real Academia Española. No había en ese comentario que encabezaba mi poema "Desafío" ninguna licencia poética. Me apoyo en las citas o en los diccionarios para ser lo más exacto posible en el "decir".

No tienes que pedir perdón por la crítica: no me has ofendido. Has sido educada, y eso es lo importante. Creo que yo también lo he sido contigo. Sigo creyendo, no obstante, y con el diccionario de la RAE en la mano, que he sido coherente al emplear el término "provinciano". No me invento nada.

Héctor Acebo dijo...

Lo que quiero decir es que, al emplear un vocablo cuya acepción es -según la RAE- suficientemente explícita, no hay lugar para la subjetividad ni para las ambigüedades. Esto es de manual.

Podríamos debatir acerca del (posible y disperso) significado de una metáfora, pero aquí el vocablo empleado exuda objetividad, pues se adapta al canon impuesto por la Real Academia Española. No hay dobles sentidos ni posibles interpretaciones. Quería que esto quedase claro.

Un saludo y gracias por leerme (y por escribirme).