Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo

Bitácora de Héctor Acebo, poeta, periodista cultural y doctor en Periodismo.
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viernes, 18 de enero de 2008

A propósito de El orfanato


A propósito de la criba preselectiva de los Oscar, y el consiguiente fracaso de El orfanato (J. A. Bayona, 2007), ha salido publicada hoy una de mis crítica de cine en la revista digital La República Cultural:

La escena del escondite inglés que ilustra el comienzo de la historia, y que se vuelve a repetir, de un modo escalofriante, al término de la misma cuando Laura (Belén Rueda) resucita a sus viejos amigos, podría servir como el contraste definitivo y definitorio de la filosofía de El orfanato. En la ópera prima de J. A. Bayona conviven, con resentimiento por ambas partes, la infancia robada y la madurez temeraria que transmite, con una simple mirada, Belén (¡qué bien Rueda!). Porque, como decía Leopoldo María Panero en El desencanto (Jaime Chávarri, 1976), "En la infancia, vivimos; después, sobrevivimos".

¿Qué es lo que más me llama la atención en este apasionante viaje sin retorno a las entrañas del Nunca Jamás? La amalgama de influencias que utiliza Bayona, sin concesiones a la señora urticaria, para describir todo tipo de situaciones escatológicas (¿cómo olvidar a aquella rubia capaz de esnifar polvo cadavérico?) y terroríficas, que se concentran a modo de metáfora en los retales de la lynchiana máscara del hijo de nuestra heroína.

No sé si ustedes tendrían esperanzas puestas en el filme que estamos recordando, pero a este espectador le ha sorprendido más bien poco la criba preselectiva de los Oscar… Me explico. A pesar de la elegancia que transmite El orfanato (¿o la playa de Llanes?), no debemos olvidar que los esfuerzos empleados en moldear a Laura con una psicología tan sobrecogedora como estéril olvida el tratamiento de personajes importantes. De modo que su propio marido permanece evadido durante la mayor parte del metraje.

Por otra parte, el guión es bastante previsible desde el momento en que la viejecita visita la mansión. Y, si echamos la vista atrás, hace casi cuarenta años (¡qué poco hemos evolucionado!) Ibáñez Serrador consiguió, sin ningún tipo de artificio, enclaustrarnos en una residencia que parecía una miniatura de la época. ¡Aquello sí que era terror…!

Lo que sí consigue Bayona, qué duda cabe, es un apasionante viaje sin retorno a las entrañas del Nunca Jamás. A propósito de la Ley de Memoria Histórica, no olvidemos el pasado… o arderá nuestra memoria. Como el mar.

HÉCTOR ACEBO

1 comentario:

Abel España Carrera dijo...

Cuando fui a ver El Orfanato no me esperaba una gran película. Ni siquiera terror del bueno (aunque el terror, dicho sea de paso, no me va demasiado y no he visto demasiado) aplicado a una película normal.

La verdad es que es una película precedible, como dice Héctor. Y estoy seguro de que cada año se producen "tropecientas" del mismo estilo, tanto en la industria estadounidense como en la creciente japonesa. Esto último lo demuestra bien el hecho de que al final no fuese elegida para optar al Oscar en la categoría de mejor película en habla no inglesa. Lo único que aporta nuevo al género son los paisajes españoles, concretamente asturianos.

Por lo demás, me parece que la convocatoria masiva que llevó a tanta gente al cine (peli más taquillera del año 2007 en España, creo) fue el tirón de una gran actriz en un mejor momento como es Belén Rueda (estoy de acuerdo: hace un gran papel, como G. Chaplin) y la labor de Telecinco, coproductora de la cinta, que armó una auténtica campaña de publicidad alrededor del filme, llegando -creo- incluso a entrevistar al director durante uno de sus informativos; porque le interesaba.

En general, me parece infinitamente más interesante Las trece rosas, una auténtica lección de memoria histórica.